martes, 25 de noviembre de 2008

Llevaba en sus
manos color azucena,
la triste muñeca
de tinte carbón,
Trinidad,
la niña más rubia
y más buena,
princesa del verbo más
bello de amor [...]
Sobre sus manitas
pusieron cual flor,
la muñequita negra,
de la mirada buena,
que alguien abanonara,
tal vez por su color.

No hay comentarios: