Rumbo al mar, apoyás tu cara en el vidrio.
Me decís: “tu mundo me resulta ajeno”,
mientras yo guardo un cigarro entre mis dedos.
Y al llegar: las luces sobre la autopista.
Pienso que jamás te he perdido de vista,
yo jamás contigo he sido un extraño.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)


No hay comentarios:
Publicar un comentario